Es un impulso para la generación de empleo y la competitividad del país. La industria medicinal ya crea alrededor de 17 empleos formales por cada hectárea sembrada. Para 2025, podría generar más de

7.000 empleos,
e ingresos cercanos
a US$790 millones.

Evitar el consumo en niños, niñas y adolescentes.

Reduciría el mercado ilegal y le permitiría al Estado controlar y rendir cuentas a la ciudadanía.

La prohibición genera más violencia de la que previene.

La guerra contra las drogas ha provocado miles de muertos.
No hay evidencia de una sola muerte por consumo de cannabis.

Regular no es una barra libre, todo lo contrario.

Si regulamos sabríamos dónde, cómo, quién y qué se produce, comercializa y consume.

Previene daños en la salud.

Necesitamos políticas que atiendan las potenciales riesgos para la salud de la ciudadanía y abandonar una política punitiva que se ha mostrado ineficiente.

El cannabis es 114 veces menos riesgoso para la salud que el alcohol.

Solo el 10 % de las personas que lo consumen desarrollan consumos problemáticos.

No es un estupefaciente “nocivo”, puede curar

Naciones Unidas acaba de retirar de la lista de estupefacientes nocivos al cannabis, reconociendo su potencial medicinal y terapéutico.

En Colombia perseguimos a las personas que producen y comercializan cannabis, en otros países generan riqueza.

Ya hay muchos países que han regulado el consumo de cannabis de uso adulto: Canadá, Uruguay, Sudáfrica, Holanda, Jamaica y algunos estados de Estados Unidos.

La guerra contra las drogas ha fracasado en términos de seguridad, económicos y de salud.

La OEA ha pedido a sus países miembros buscar otros enfoques para abordar la llamada guerra contra las drogas.

La libertad será informada o no será.

El Estado tiene la obligación de proporcionar a todas las personas información suficiente sobre los riesgos y peligros de tomar ciertas decisiones.